martes, 14 de diciembre de 2010

Más allá de la pantalla: ¿reconocemos al otro?


No estamos en presencia de ninguna novedad al decir que las redes sociales han ingresado con gran intensidad en la cotidianeidad de la gente. Una gran cantidad de personas, con diversos objetivos y preferencias encuentra en las redes sociales como Facebook, Twitter, Linked In, Blogs, MySpace, Flickr, You Tube, un sitio en el que puede relacionarse con otras personas, informar e informarse, generar contenido, concretar transacciones, establecer contactos laborales y, en definitiva, vivir una experiencia que la Web 1.0, anteriormente, debido a su verticalidad y pasividad, no nos podía brindar.

Las redes sociales parecerían mostrarnos que la formación de la propia identidad no llega a alcanzarse si no es a través de la interacción con el otro. La Web 2.0 nos ayuda a pensar la construcción de la identidad no en términos de individualidad sino de multiplicidad. Precisamente, esta concepción de identidad es la que plantea la socióloga, psicóloga estadounidense y profesora del MIT, Sherry Turkle. Construir un Yo a partir de muchos otros YO.

Una verdadera comunicación, nuestra responsabilidad

Frente a esto, es necesario preguntarse si realmente somos conscientes de que hay un otro en las relaciones que se desarrollan a través las redes sociales. ¿Cuál es nuestra actitud frente al otro? ¿Qué es lo que aportamos para que la comunicación con el otro sea más fructífera? ¿Realmente, aporto algo para el crecimiento del otro? Ahora que somos conscientes de la relevancia de las relaciones que se dan en el contexto de las redes sociales y las capacidades que ellas tienen, no podemos hacer oídos sordos al aspecto ético.


El tener conciencia de la alteridad implica ser partícipe de una comunicación con el otro. En relación a esto, Clara Fontán, Licenciada en Ciencias de la Comunicación en la UBA quien realizó su tesis en Periodismo en Internet, menciona que es necesario distinguir a la comunicación de la conexión. “La comunicación, sobre todo en las relaciones interpersonales, implica transmitir lo que está vivo en uno, su identidad”, sostiene Fontán.



Relaciones horizontales

La horizontalidad se plantea como un distintivo de la Web 2.0. Sin embargo, este valor no alcanzará su plenitud si nosotros no contribuimos a que exista una igualdad en la relación entre las personas. El reconocimiento del otro como igual generador de contenido, como una persona que tiene los mismos derechos y merece el mismo respeto que yo. En esto radica la horizontalidad de la comunicación. Junto con la horizontalidad, Clara Fontán, destaca la participación, la opinión personal, la democratización, la descentralización, valores que, para ella, hoy más que nunca son “intocables” en el ámbito de las redes sociales. A la vez, asegura que estas plataformas pueden permitir una toma de decisiones más participativa tanto en ámbitos institucionales como personales, lo cual es muy valioso.

En mi opinión, puede ser de utilidad el pensamiento del filósofo y teólogo Martin Buber, quien plantea la existencia de dos mundos en relación a la actitud de uno en cuanto a la de consideración al otro. A continuación veremos cuáles son los dos mundos que la persona puede habitar.


Privacidad

La privacidad de las personas en las redes sociales constituye, sin duda, uno de los desafíos que debe afrontar la Web 2.0. Vale decir que este tema merece un tratamiento aparte que se especifique especialmente en ello. No obstante, resulta útil saber que es un aspecto de las redes al que deberíamos prestarle especial atención y sobre el cual se deberían establecer ciertas pautas.

Como actores activos de la Web 2.0, no podemos dejar de preguntarnos si debe haber un límite a la exposición de ciertos datos e imágenes propios de la privacidad e intimidad de uno. ¿Debe un empleador tener en cuenta aquello que aparece en el perfil de Facebook del empleado a la hora de examinarlo para la obtención del puesto de trabajo? ¿Es un aspecto que le compete al momento de analizar las aptitudes y capacidades del empleado? Por el momento, no existen respuestas absolutas a estos cuestionamientos (¿las habrá?) y por ello la realidad nos muestra que aún no hay una claridad respecto a los límites en la privacidad ni quién debe establecerlos.

El caso de Stacy Snyder refleja la actualidad de la privacidad en las redes. Se trata de una chica de 25 años que estudiaba para recibirse de maestra en la Millersville University School of Education (EE.UU), y que hace cuatro años publicó una foto en su perfil de My Space en la que estaba con un sombrero de pirata y un vaso en la mano. El Decano de la universidad, al ver la publicación, sostuvo que Stacy estaba promoviendo el alcohol en estudiantes más jóvenes. Como consecuencia, la universidad tomó la decisión de no otorgarle el título de maestra. El caso luego pasó a manos de la justicia, quien rechazó el reclamo de Stacy Snyder por la obtención de su título de maestra.

En el periodismo

A medida que pasa el tiempo, el periodismo y los medios de comunicación en general parecen darse cuenta de que el presente, y sobre todo el futuro, de las comunicaciones se encuentra en la utilización de las redes sociales. Como consecuencia, el periodista tiene la tarea de reflexionar sobre su labor en la comunicación con el otro. Vale pensar qué significa reconocer al otro en una interacción, por parte del periodista.

- Ser conscientes de la fidelización que se puede generar con las personas (Twitter). Un factor que merece cuidado y que se ve incrementado en las redes sociales, respecto a otros medios.

- Reconocer a la persona su participación en la creación de contenidos.

- Sacar provecho de la rapidez y espontaneidad de la comunicación para actualizar e informar con una mayor eficacia.

- Facilitar a las personas la expresión de sus ideas por medio de distintas herramientas que ofrecen las redes.

- Posibilitar y estimular la interacción no sólo de los periodistas con el público, sino entre el mismo público.


Es tarea de todos y cada uno de nosotros, como miembros activos de las redes sociales, plantearnos día a día de qué modo contribuimos, qué valores ofrecemos para la creación de una verdadera interacción con el otro. Sin duda, ésta no es una responsabilidad que recae en algunos pocos, sino en todo aquel que sea parte (ya no usuario, sino creador) de la Web 2.0 y sus redes sociales, entendida como un “territorio fértil para la elaboración de identidades”, según sostiene Clara Fontán. Debe tratarse de un llamado de atención a periodistas, empresas, organizaciones, políticos y particulares con el fin de reflexionar acerca de la construcción de la propia identidad y la del otro, las cuales no pueden desentenderse una de la otra.

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